Salvador Robles Miras: «El microrrelato, una pieza de un mosaico llamado vida»

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Entrevista de Beatriz Giovanna Ramírez,
Especial para Palabra Viva
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SALVADOR ROBLES MIRAS nació en Águilas (Murcia), aunque reside en Bilbao desde los diez años. Está casado y tiene un hijo. Es periodista y pedagogo, y ha publicado hasta la fecha 19 libros: cuatro novelas (Noche clara, La vida en la distancia, La luz del silencio y Contra el cielo), cinco volúmenes de microrrelatos (Los abuelos también van a la escuela, La escuela sin edad, Los ojos de la vida, Mirar es encontrar y Pequeñas palabras) y diez libros de ensayo, de psicopedagogía y literatura divulgativas, todos con la Editorial MAD: Tú puedes; Tú puedes más; Ser más; Sólo tú eres tú; El éxito del fracaso; Lee, hijo; Sueño maestro; Inteligencia vital; Éticos de atar y El afán de superación. Ha colaborado en programas de Literatura y Pedagogía en diversas cadenas de radio.  Ha conseguido numerosos galardones en diversos concursos internacionales de cuentos, entre otros: Premio Internacional de Microrrelatos de Rio Gallegos (Argentina), Premio Internacional Libro Radial de Libro Radial 2009, Premio Internacional Libro Televisivo, Premio de La Matera de Neuquén (Patagonia), Segundo premio del Certamen Internacional de la Ciudad de Rocha; segundo premio de "Una imagen, mil palabras", segundo premio en el Concurso de Relatos del Ayuntamiento de Barcelona, tercer premio del Concurso Internacional de Nanorrelatos del Taller de Editores, Premio de Relatos Benito Pérez Galdós; mención especial de honor en el Certamen Internacional de Microficción de Garzón Céspedes; mención especial de honor en Expoarte de Chile; segunda mención de honor en el Concurso Internacional de Relato "Juan Soto Pereira" (Chile); ha sido asimismo finalista, entre muchos certámenes, , IV Certamen Literario de la Revista Ventura Morón de la Junta de Andalucía, Premio de Relato Breve Jorge Luis Borges, Premio de Relatos Augusto Monterroso, Premio de Relatos de Edgar Allan Poe. Primer Premio del Concurso de Literatura Hiperbreve del Cabildo de Canarias 2010.

A continuación PALABRA VIVA ofrece en exclusiva la entrevista que realizara Beatriz Giovanna Ramírez al escritor español Salvador Robles Miras.  


PALABRA VIVA.- ¿Qué es un microrrelato para Salvador Robles?

SALVADOR ROBLES MIRAS.-
La pieza de un mosaico llamado Vida.

P. V.- Su respuesta breve es larga y lo largo es breve, Salvador. Gabriel Jimenéz dijo: "Me convenzo ahora de que la brevedad es una entelequia cuando leo una línea y me parece más larga que mi propia vida, y cuando después leo una novela y me parece más breve que la muerte". ¿Cómo se escribe un microrrelato cuya brevedad sea enorme?

SRM.-
Creo que fue Pascal el que se disculpaba, ante una amiga, por escribirle una carta tan larga, pero, decía Pascal, no había podido disponer del tiempo suficiente para escribirla más corta. Lo breve y bueno requiere precisión y síntesis. Hay que decir mucho con poco, y decirlo bien, y en este "bien" incluyo la belleza del lenguaje, o sea, la armonía, el ritmo. De ahí la dificultad de lo breve. ¿Cómo se escribe un microrrelato excelente? Después de haber escrito muchos cuentos y microtextos flojos, regulares y menos malos... y no haber perdido la confianza en el intento. Dando por supuesto el talento, el cual, por cierto, se incrementa con el esfuerzo, la paciencia y la perseverancia son las que conducen a la excelencia del microrrelato.

P. V.- Para mi, escribir microrrelatos ha sido una tarea muy difícil y con frecuencia escucho que lo breve es simple. Y la síntesis me resulta una grande empresa. Leer los microrrelatos que a diario cuelgan en la Internet, me sorprenden y me digo: esto NO es un microrrelato, no hay arte, no hay una construcción de personajes, no hay..., y veo que hay lectores que tampoco tienen claro que es un microrrelato. Entonces, mi pregunta: ¿qué NO es un microrrelato?

SRM.-
Hace unos días, en un supermercado, una anciana compró unos productos y, cuando fue a pagar en caja, el importe de lo comprado sumaba 5,65 euros. La mujer sólo disponía de cinco euros, yo, que estaba detrás de ella en la cola, me ofrecí a abonarle lo que le faltaba. Me miró fijamente a los ojos y, tras agradecerme el gesto, me dijo: "Uno debe comprar sólo lo que puede pagar". Y dicho esto cogió un paquete de galletas y lo devolvió a la estantería. En esta anécdota hay un gran microrrelato. La mujer, los 5,65 euros y su negativa a aceptar el euro con esas palabras llenas de dignidad y sabiduría. Una anécdota aparentemente banal que encierra una lección que el lector debe interpretar. Si el escritor interpreta por el lector, si el escritor se desvía de la anciana y se centra en el hombre que le ofrece a la mujer el dinero que le falta, si el escritor aprovecha la coyuntura para soltar una soflama moralista, entonces el escritor habrá transformado un potencial gran microrrelato en un texto que puede ser calificado de cualquier cosa, no de un microrrelato. Espero haber respondido a su pregunta.



P. V.- Sí, la ha respondido, muchas gracias.  He escuchado algunas de sus intervenciones en el programa de radio "Hágase la luz", de la Radio Pública Vasca, en el que lee algunos de sus microrrelatos para reflexionar y replantearse algunas actitudes frente a la vida. ¿Qué busca al escribir microrrelatos? ¿Que la gente cambie?

SRM.- 
La vida es un constante cambio, y lo ideal es cambiar a mejor a golpe de vivencias, con literatura o sin ella, con microrrelatos o sin ellos.  Yo escribo para transmitir mi concepción de la vida. Pero para llegar al lector, antes he de poner en orden mis ideas, o sea, entenderme mejor a mí mismo y al mundo que me rodea. Al escribir, aprendes, y, con lo que aprendes, luego, tal vez, enseñes. Depende de lo que haga el lector con lo que ha leído. Me conformo con fomentar la reflexión y suscitar en el lector las ganas de seguir leyéndome en el futuro... inmediato. Nada más y nada menos.

P. V.- Juan Armando Epple, apuntaba que "el minicuento parece ser, a la postre, un concentrado ejercicio destinado a poner en tensión nuestras convicciones y hábitos de lectura", cree usted que "Pequeñas palabras", uno de sus últimos libros de microrrelatos, ha cambiado los hábitos de lectura, porque una de las habilidades que considero que se debe tener al leer a Salvador Robles, es la critica y la intertextualidad, en sus microrrelatos no hay ingenuidad, hay una búsqueda, creo yo, existe un diálogo entre  la literatura clásica y la vida como lo ha mencionado anteriormente.

SRM.-
Yo, cuando escribo, me imagino al otro lado del texto a un lector inteligente, y procuro tratarlo como tal. Los libros son diferentes para cada lector, y acabo de decir una obviedad, pero las obviedades, a veces, hay que decirlas, porque lo obvio no siempre es tan obvio, por lo menos, para algunas personas. De un mismo texto dos lectores pueden extraer conclusiones antagónicas; incluso una persona, en momentos diversos, es posible y deseable que interprete el mismo cuento de distintas maneras ¿Por qué? Porque ha cambiado, y al cambiar, el texto cambia con él. Es el prodigio de la literatura.

P. V.- ¿Ese es el éxito de "Pequeñas palabras"?

SRM.- El éxito de un libro radica en que el lector no se conforme con leerte, sino que te relea. ¿Cómo se cuantifica el éxito de un libro? ¿En su venta? Para el editor, sí; pero, ¿y el escritor? El escritor sólo triunfa cuando lo releen. Hay libros que se venden mucho, que se leen menos y que apenas se releen; hay otros que se venden mucho menos, pero son leídos y releídos y requeteleídos. El editor prefiere los primeros, yo me quedo con los segundos. Como dijo alguien, creo que Martin Amis, hay textos que, después de leerlos, te dan ganas de invitar a una copa al autor. Yo no quiero copas, pero ojalá alguien tenga el deseo de invitarme a un zumo. Cuando me tome unos cuantos zumos, sabré que "Pequeñas palabras" habrá tenido un gran éxito.

P. V.- ¿Puedo invitarlo a un zumo?, Salvador, ¿podría decir diez recursos para lograr la brevedad?

SRM.-
Si me ha releído, entonces, acepto la invitación... ¿Diez recursos para lograr la brevedad? Leer y escribir, repasar y borrar... ¿Son cuatro? Allá van otros cuatro: leer, escribir, repasar y borrar. Ya van ocho. Y luego, borrar y volver a borrar. Al final, queda la precisión y la armonía, o sea, el arte en esencia pura.

P. V.- Sí, y cada vez lo leo mejor, bueno, a mi me gusta ver el lenguaje y distanciarlo y buscar sus recursos ocultos; así que, sí, he releído "Pequeñas palabras" porque me parece un libro bien escrito. Salvador, el fenómeno de la minificción, busca lo esencial, y confirma la necesidad de re-crear la forma, el contenido. ¿Cómo se puede seguir recreando lo indescifrable del lenguaje en un microrrelato?

SRM.-
Haciéndolo descifrable. La armonía, la precisión, no están reñidas con la sencillez, ojo, no con lo simple. La sencillez de un texto permite al lector vislumbrar el fondo; el problema, a mi modo de ver, radica en servirse de un lenguaje barroco y farragoso para ocultar el fondo, transformando, ahora sí, el texto en un lenguaje indescifrable. Y, entonces, ay, algún lector, no muy seguro de sí mismo, se responsabilizará por no entender lo indescifrable, cuando la responsabilidad está en otra parte.

P. V.- Quiero agradecer, Salvador, esta entrevista y para terminarla, pedirle que nos comparta alguno de sus mejores microrrelatos.

SRM.-
Tengo predilección por un relato, no incluido en "Pequeñas palabras", que está inspirado en la noche más emotiva de mi vida. Además, uno de los dos protagonistas del cuento es la mejor persona que he conocido en mi vida, una persona con quien tuve el inmenso privilegio de compartir los años más importantes de mi existencia: mi abuela materna, la inolvidable Madre Pepa. Este es el texto:


LA NOCHE DEL ADIÓS
          
Cuando la noche se adentró en la madrugada, el silencio reinante en la casa fue roto por unos tenues sollozos. La anciana y el niño, en habitaciones contiguas, después de reprimir la pena durante varias horas con el fin de no perturbar el sueño del otro, habían cedido al empuje de la nostalgia con un día de antelación. Para el niño, la anciana, su abuela, era su madre; para la anciana, el niño, su nieto, era su hijo. Y una madre y un hijo pequeño no deben separarse nunca. Pero las circunstancias, ajenas a los deberes sentimentales, habían decidido separarlos para siempre jamás dentro de unas horas... ¿Unas horas?
          
El niño saltó de la cama y entró a la carrera en la habitación de la anciana. Ésta, entre lágrimas y sonrisas, lo recibió con los brazos abiertos.
          
-Ven, hijo.              
          
El pequeño se metió en la cama de su verdadera madre, y, en la noche del adiós, el tiempo de las vivencias detuvo el tiempo cronológico. La eternidad se había convertido en ahora.
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